Durante el 2022 han vuelto los festivales durante la temporada de verano tras un parón de dos años, con la «normalidad» (o casi) de la pre-pandemia, y con ellos, los asistentes tras dos años de espera, las ganas de volver a vivir y disfrutar la experiencia de asistir a un festival en verano con sol y buena música.
El parón de 2 años: Aquí se genera el escenario perfecto para que las empresas que organizan festivales recuperen las perdidas provocadas durante ese tiempo de inactividad como consecuencia de la pandemia por COVID. Si se recupera durante este año, pues mejor. Como todos sabemos, el objetivo de cualquier empresa, es ganar dinero; no verlo es de ingenuos. Pero podemos preguntarnos, ¿Cómo lo hacen? No se trata de exponer las finanzas de esas empresas. Mas bien se trata de entender que recortar para maximizar beneficios, suele ser el publico quien termina pagando y no solo de forma económica.
Prensa y festivales.
Por norma general, los grandes medios de comunicación (especialmente los tradicionales) suelen informar, a base de píldora informativa, sobre dichos festivales y los cabezas de cartel e incluso hablan mas del artista de moda, que de aquel artista que lleva décadas de carrera en su trayectoria musical. Por eso, podemos dar las gracias a la prensa especializada, sea grande o pequeño, independiente o no, para mi tiene mas rigor en su relato siendo mucho mas acorde a la realidad.
Durante la temporada de verano de 2022, han sido varios los titulares que aparecieron en medios de tirada nacional y medios digitales internacionales y nos llamaron la atención como el que dejamos a continuación:
La vuelta de los festivales dos años después: entre contratiempos y récords de asistencia
Las colas del Primavera Sound o del Tomavistas o los incidentes del O Son Do Camiño han puesto el foco en la organización de estos eventos musicales…
Por Marina Prats – 18/06/2022 09:54am CEST
Organizadores irresponsables.
La organización de eventos no es un trabajo para cualquiera, y mucho menos un macro festival de dimensiones gigantes para cientos de miles de asistentes.
En España existe una amplia oferta de festivales, que año tras año aparecen nuevos festivales dispuestos a hacerse con su espacio en un mercado, que en ocasiones esta sobresaturado dependiendo de la ciudad en la que habites. Algunos de ellos, suelen presentarse como alternativas a otros festivales mas grandes con sus precios, por lo general, prohibitivos para la mayoría de bolsillos de los mortales.
Durante este caluroso verano, me llamó la atención el Iboga Summer Festival y la campaña que se ha lanzado de Change.org, que mediante la recogida de firmas pretende presionar a la organización para dar la cara y que sean valientes para responder a las reclamaciones de los asistentes. Puedes apoyar la causa en este enlace DENUNCIA COLECTIVA IBOGA
Un acróbata muere tras un fallo en un espectáculo en directo durante el Mad Cool
El artista realizaba una performance en el intermedio de los conciertos del festival madrileño, cuando se desplomó contra el suelo frente a miles de personas.
FYRE: El festival en el paraíso que nunca existió.
La historia de Fyre Festival es de lo mas rocambolesco, ya que este se vendía como un festival enfocado para elite de niñatos (de más 30 años) millonarios, la ubicación paradisiaca en Las Bahamas, en una de las islas de Pablo Escobar, rodeado de modelos como Kendall Jenner, Bella Hadid o Hailey Baldwin, cenas de lujo de la mano del chef Stephen Starr en una villa junto al mar y todo aquello que una Visa Platino con dinero de papá pueda pagar… ¿Qué podría salir mal?
La respuesta a la pregunta la encontramos en internet. Tal fue el desastre, que se han llegado a estrenar dos documentales sobre ello. Uno estrenado en Netflix, titulado ‘Fyre: The greatest party that never happened’ (‘Fyre: La mayor fiesta que nunca sucedió’), y el otro en la plataforma de pago Hulu, llamado sin tapujos ‘Fyre Fraud’ (‘El fraude de Fyre’). Y es que efectivamente, fue un fraude en toda regla . Una estafa.
Los casos expuestos, pueden esbozar una sonrisa al verlo o leerlo por que son dos ejemplos donde no se han contabilizado heridos de gravedad o mortales. Pero existen otros ejemplos, donde la comedia se convierte en todo lo contrario. Los organizadores tienen (o deberían tener) el objetivo de velar por la seguridad del publico asistente y de sus trabajadores.
Paz, amor y rabia.
El documental que se estrenó en la plataforma Netflix, nos presenta una cinta que narra como el fundador de Woodstock Festival del año 1969 quiere organizar otro festival treinta años después para las nuevas generaciones disfruten y revivan la experiencia hippy y el «flower power», ya que en 1994 fue el primer festival que se organiza tras el del final de la década del 60. Woodstock 94 fue un desastre económico debido a que las lluvias torrenciales afectaron a las vallas del perímetro del recinto del festival, permitiendo que se colara publico de forma masiva.
Tras ese intento fallido, vuelve a intentarlo 5 años después, y quieren hacerlo a lo grande y con los grupos del momento. Solo hay que observar el cartel del festival para ver los nombres que aparecen impresos para esta nueva edición, en ella cuentan con el apoyo de MTV que ofrecía en Pay Per View (por unos 60 dólares) la gran mayoría de conciertos.
Woodstock 99 se celebra en un contexto social agitado y preocupado por la violencia en los institutos, cuyo pico es la tragedia del instituto de Columbine y como consecuencia. el polarizado debate sobre la regulación de las armas de fuego. El contexto político, no acompaña por el escandalo Clinton – Lebinski, hecho que marca el inicio del fin de la presidencia de Bill Clinton. Frustración, es lo que mejor define a los adolescentes y jóvenes del final de los años noventa, y la mayoría encuentra en la música la válvula de escape que ayuda a liberar esa presión que sienten
Los episodios recogen los hechos que se sucederían durante el fin de semana, 3 días, con romanticismo nostálgico de los años sesenta, promotores inconscientes del cartel que presentan, son los elementos clave, para transformar paz y amor en rabia.